Jesús bajo la mirada de Tony de Mello

Anthony de Mello (1931-1987), sacerdote jesuita.

Nació en Santa Cruz, localidad ubicada en las afueras de Bombay, en la India.

"No tengas miedo", dice Jesús en el Evangelio. Todo el Evangelio está lleno de estas advertencias: "No temáis... no os preocupéis... no os aflijáis...";. Pero nosotros hemos hecho una religión llena de tabúes y temores, llena de ideas falsas y de falsos ídolos.


Jesús insiste en la "Metanoia", en vivir la vida bien despiertos, sin perderse nada. Por eso, Metanoia no quiere decir estarse arrepintiendo una y otra vez, sino despertar a la verdad.


El pecado es una enfermedad de la esclavitud; pecas si eres esclavo de la Ley, pero si eres consciente de que Cristo te liberó, eres libre, y la libertad de la que habla Jesucristo es la de estar despierto.


Piensa en los pasajes del evangelio en que Jesús, después de despedir a la gente, se queda allí, solo. ¡Qué hermoso es ese amor! Sólo el que sabe independizarse de las personas sabrá amarlas como son. Es una independencia emocional, fuera de todo apego y toda recriminación lo que hace que el amor sea fuerte y clarividente. La soledad es necesaria para comprenderte fuera de toda programación. Sólo la luz de la conciencia es capaz de expulsar todas esas ilusiones y pesadillas en las que estamos viviendo y, con ellas, expulsar también todos los rencores, todas las necesidades, todos los apegos.


Los que mataron a Jesús, si creemos que eran malos, es que no hemos entendido para nada el evangelio. Los fariseos eran los "buenos" oficiales, y los publicanos eran considerados bandidos, porque cobraban los impuestos a los pobres y se sometían a los ricos. Se les consideraba -con razón- los exprimidores de los pobres, pues los ricos nunca pagaban. El recaudador era un hombre protegido por el gobierno, y por eso se le llamaba publicano. Pues bien, Jesús trataba con ellos, y de entre esos publicanos, Jesús sacó un amigo, uno de sus apóstoles.


Jesús practicaba antes de hablar, y por eso nadie podía prever lo que iba a hacer...


Jesús desmontó y rompió todos los esquemas y cuestionó las palabras sagradas de la Biblia. Cuestionó su interpretación y la manipulación que se hizo de ellas. A Jesús no le interesaba que le reconociesen como Mesías -el Mesías que ellos esperaban-, sino lo que quería era ser Él mismo fiel a la verdad.


En la presencia de Jesús todo ser queda desvelado, no hay medias tintas, porque Jesús es plena autenticidad. "Si no odias a tu padre y a tu madre..." no eres tú mismo y no podrás seguirle. Odiar a la figura del "Padre" o de la "Madre", no a la persona, es lo que está diciendo Jesús. Si aún vives de lo que tus padres grabaron en tu mente, y no eres capaz de emanciparte, es como si tus padres y su cultura respondieran por ti. Más vale la conciencia que la adoración, porque la conciencia es, en sí, adoración, despertar a la verdad de Dios.


"Más vale el hombre que el sábado", dijo Jesús cargándose la programación más perseguida por la religión judía. Y por eso mataron a Jesús, por "blasfemo". ¡Cuantas veces habremos crucificado a Jesús con nuestras "buenas intenciones". "Perdónales Padre porque no saben lo que hacen". No crucificaban a Jesús, sino sus conceptos.


Jesús enseña lo que es la vida, y por ella, cómo es el Padre, su Creador.


Jesús, para la gente programada, resulta inconsciente, imprevisto, inaprensible y asusta. Prefieren hacerse una ideología que se pueda programar y utilizar. Algo que no escape de toda categoría y esquema. Jesús predicaba con la vida y eso es muy comprometido.


Jesucristo se sensibilizó a la vida y no a la religión. ¿cómo puedes amar lo que no has vivido si ni siquiera has visto con ojos despiertos? Tu vocación es ser "Cristo"... Ser sensible y abierto a las personas y a la vida. Ser libre, directo, inconsciente, imprevisible, como Él lo fue.


¿Tomó Jesús opción de clase? No te va a ser fácil saber dónde está el pobre. Jesús tomó opción por la verdad. El ser pobre no es un estado de felicidad, sino de injusticia. Hay pobres que se necesita ser duros con ellos para que despierten. Hay que tratar a cada persona según lo que ella necesita. Sensibilizarte con la injusticia siendo tú justo y así comenzarás a comprender la injusticia.


Toda la creación es Cuerpo de Cristo, y tú crees que sólo está en la Eucaristía. La Eucaristía señala esa creación. El Cuerpo de Cristo está en todas partes, y tú sólo reparas en su símbolo que te está apuntando lo esencial que es la vida. La vida que en la Eucaristía se está anunciando.


Sabes que el amor incondicional es aquel que te ama así como eres, hagas lo que hagas: Pues así es como Dios nos ama, y ese es el sacramento de la Penitencia, que celebra ese amor incondicional.


Jesús no rechazaba a los ¿malos? porque los comprendía, pero sí rechazaba a los hipócritas que falseaban la verdad y ensuciaban la bondad. Rechazaba a los que se sometían a los poderosos y eran crueles con los débiles. Lo que rechazaba era su actitud, y se lo decía en la cara para que despertasen. Hasta que no veas a las personas inocentes, no sabrás amar como Jesús.


La vida histórica de Jesús se ha convertido en un mito y hay que desmitificarla para recobrar la frescura de un mensaje que está vivo. Dejar fuera de la Biblia los fanatismos, los límites culturales, costumbres y prejuicios del pueblo Judío de aquella época.


Jesús, al celebrar la Eucaristía, toma el pan y el vino que era la comida corriente del pobre, lo más asequible en su país. En otros países tienen que importar el pan y el vino para celebrarla, ¿por qué? Unos Jesuitas misioneros se escandalizaron porque unos orientales celebraban con pan de arroz y zumo de frutas que era lo más asequible allí ¿Qué es lo más importante, la esencia o la forma? ¿El mensaje o el modo? Distinguir lo esencial de lo adicional y no considerar los errores como verdades.


Cuando Jesús enseñaba la Buena Nueva, creo que fue atacado no sólo porque lo que enseñaba era bueno, sino porque era nuevo. Odiamos todo lo que es nuevo. -No quiero oír nada nuevo: denme las viejas cosas.

 

No nos gusta lo nuevo; es demasiado molesto, demasiado liberador. Si rechazamos lo nuevo, no estamos dispuestos a escuchar. Pero si lo aceptamos sin discriminar, tampoco estamos escuchando.


Nosotros, los sacerdotes, cuanto más ocupados estamos en las cosas de Dios, más probable es que olvidemos lo que significa Dios, y más probable es que nos volvamos más complacientes. ¡Ésa es la historia de Jesús! ¿Quiénes hicieron a un lado a Jesús? Los sacerdotes. ¿Quién más? La gente religiosa.


Si Cristo es un modelo de desapego y felicidad, ¿cómo se puede entender su sentimiento de soledad en el huerto, de enojo en el Templo y de soledad en la cruz?


Estos estados por los que pasó Cristo, ¿son compatibles con la felicidad? La respuesta es: ¡si! Es posible que, debido a la programación, la cultura o, simplemente, la psiquis y el cuerpo que uno tiene, como ser humano, pueda atravesar por toda clase de sufrimientos y, sin embargo, de alguna manera, estar por encima de todo.


Los cristianos enseñamos continuamente que Jesús era un hombre. Era un ser humano como cualquier otro, y, como todos los seres humanos, estaba sujeto a todos estos sentimientos. ¿Uno los supera finalmente, poco a poco? Alguno de nosotros, si; otros no. Jesús pudo superarlos... aunque quizás no los superó. Sabemos muy poco acerca de eso, pero está claro lo siguiente: uno puede tener un estado de serenidad, de felicidad, aun cuando pasan algunas nubes.


Es una triste ironía -y está allí mismo, en el Nuevo Testamento- que las personas religiosas hayan sido las encargadas de crucificar al Mesías. Ni los romanos, ni los colonialistas, ni las multinacionales. ni los imperialistas, ni los chupasangres, ni los prestamistas, sino las personas religiosas. Es cierto que la religión está siempre en peligro de caer en esto, pero también preserva el elemento, místico. Creo que seríamos demasiado parciales si lo negáramos.


"¿Quién me liberará de esto? La gracia de Cristo me liberará de esto". Ahora bien, ¡la gracia de Cristo nos llega de tantas maneras! No debes entender la gracia de Cristo como una sustancia que cae sobre ti. Cuando alcanzas una comprensión más profunda de la realidad o te comprendes mejor a ti mismo, ¿no has recibido la gracia de Cristo? Eso es, pues.


La felicidad consiste en estar libre de apegos y deseos, pero es casi imposible lograrlo en forma absoluta. El propio Jesús sufrió temores, afecciones y enojos, pero sin perder por eso el lugar que ocupa junto al Padre.

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